Os propongo conocer un txoko que, a pesar de lo escondido que parece, se encuentra realmente a mano. Se trata de las ruinas de lo que en su día fue la ferrería de Errezuma, en Leitza.
Como todas las ferrerías que han conservado importantes restos de piedra, estos suelen ser del siglo XVIII (de hace unos 250 años). En esta ferrería se hizo luego una intervención a principios del siglo XIX para aprovecharla como fábrica de papel. Entre los cambios que se hicieron hay uno que llama poderosamente la atención, pues imprime un carácter espectacular a estas ruinas: un hueco rematado por un impresionante arco gótico. Detrás de él van desplegándose las viejas paredes de lo que en su día fue una ilusionante industria.
Muy cerca, subiendo cien metros por la carretera, veremos la presa de la ferrería, que también tiene su aquel. Es una presa del tipo denominado de arco con contrafuertes, que popularizó el vizcaíno Pedro Bernardo Villarreal de Bérriz.
La ferrería ya estaba en funcionamiento en el año 1349, así que estamos ante casi quinientos años de industria.
Cerca está también la presa (y unas casi invisibles paredes) llamada “del batán”, pues en esa pequeña fábrica se elaboraban tejidos de lana, entre otros los “kapusais” o capas que usaban los pastores antiguamente.
Para acceder a Errezuma, desde el centro de Leitza se toma la carretera en dirección a Huitzi y Lekunberri, y a un kilómetro se toma el desvío a la izquierda que nos lleva al barrio de Erasote. Un par de kilómetros más y estamos en el puente de acceso al caserío Errezuma (conviene dejar el coche en la misma carretera, en una amplia curva cien metros más arriba, donde está la presa).
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