Cada vez estaba más torcido: de 25º de inclinación que tenía en 1990 había pasado ya a los 45º, con lo que pronto lo veríamos caído en el suelo.
Y es que este menhir de Usobelartza no está, como muchos otros, hincado en el suelo, sino apoyado en una laja de piedra a poca profundidad y calzado con piedras. Además el terreno es de poca consistencia. Y claro, la zona está llena de ganado de cierta envergadura, que ayuda un poco a ir tumbándolo.
El ayuntamiento de Andoain se muestra muy cuidadoso con los monumentos arqueológicos que hay en su municipio, y este año ha financiado la recuperación de este monolito. Ha sido a cargo de la Brigada Forestal del ayuntamiento y de la empresa Lurrailan, y han intervenido los arqueólogos Luis del Barrio y Xabier Alberdi. Han excavado la zona hasta dejar a la vista la laja, y han colocado el pequeño menhir nuevamente en posición vertical.
El monumento está situado prácticamente en el vértice del collado de Usabelartza, hacia la vertiente del Leitzaran, entre los montes Aitzkorriko y Onddo, en medio de una turbera de la que os hablaré pronto. Por aquí se pasa, por ejemplo, al recorrer el sendero balizado PR-Gi 162 o al subir al Adarra desde Otita (Andoain).
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