La semana pasada ha finalizado la primera fase del desmantelamiento de la presa de Inturia, en el río Leitzaran (ver en este blog "Van a derribar la presa de Inturia en su centenario"). Se han desmantelado los tres metros superiores; el ritmo previsto es ir rebajando la construcción tres metros cada año, finalizando en 2016 (son unos doce metros de altura en total). El nivel del agua embalsada ha descendido por lo tanto otros tres metros, alterando visiblemente el bonito panorama que se creaba.
Construcciones Echaide (empresa que realiza el derribo de la presa) se ha encontrado con un problema: la presa no es maciza, sino que está formada por dos paredes (la del lado del agua o "escarpado" y la exterior, formada por escalones). El espacio entre las dos paredes está relleno de cascajo (grava, cascotes, piedras, etc.). Al desmochar la presa queda el relleno al descubierto, con la consiguiente entrada de agua en su interior, lo que puede desestabilizar la construcción. Por ello han tenido que proceder al sellado con hormigón de la nueva coronación.
La cantidad de tierra (procedente de los lodos embalsados) que ha quedado junto a la presa es imponente. Parece fácil prever un desastre en la próxima riada o lluvias fuertes tan habituales en la zona. ¿No deberían haber aprovechado para extraer la mayor cantidad posible de sedimentos antes de cerrar la compuerta inferior de desagüe (ahora condenada)? Yo soy uno de los muchos que no se lo explican.
En fin, puede que después de 2016 se vean los beneficios de esta operación. Los perjuicios, sin embargo, ya han comenzado (y rezaremos para que no toquen el canal de la ferrería de Inturia).
Esta entrada sigue en:
Presa de Inturia: sigue el derribo (5/8/2014)
La presa de Inturia se acerca a su final (30/9/2015)
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